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Comunicat // Comunicado

 


Desde el Grupo Anarquista Tyke queremos mostrar nuestra total repulsión ante la agresión fascista a las puertas del Gimnasio Popular Sant Pau, hacia una persona sin techo.

Creemos que más allá de señalar la evidencia del resurgimiento actual del fascismo en nuestros barrios y de su visibilidad en las instituciones, de donde nunca ha desaparecido realmente, debemos poner el acento en la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las personas que viven en las calles: Personas que se han visto abocadas a una situación absoluta de miseria por culpa de un sistema que las invisibiliza y menosprecia, ya que ve en ella sujetos improductivos y, por lo tanto, molestos y totalmente innecesarios.

Estas agresiones son fruto del fascismo, sí, pero también están motivadas por la aporofobia más enraizada en un modelo de sociedad capitalista que valora nuestras vidas según nuestra productividad.

Destacamos que se produce la muerte de una persona sin hogar cada 5 días, que a lo largo de las últimas semanas han muerto tres personas por el frío en la ciudad de Barcelona y la respuesta ha sido habilitar unos días escasos algunas instalaciones para poder pasar la noche. Una respuesta absolutamente asistencialista y precaria a una problemática que necesita soluciones de raíz.

El hecho de vivir en la calle supone una amenaza real:

el 47% de las personas sin techo afirman haber sufrido al menos una agresión que en el 25% de los casos ha sido física, y todas ellas basadas en la intolerancia y el despreció por su situación.

Esta es una situación del todo inadmisible, y los culpables tienen nombre y apellidos.

No tiene ningún tipo de sentido que mientras haya propietarios con multitud de viviendas para especular y enriquecerse todavía más a costa de las vidas ajenas, haya personas que no puedan disponer de un techo o que tengan que estar en infraviviendas.

Esto es posible gracias a la pasividad de las instituciones y el modelo económico y social que apuntalan, donde la parte beneficiada es siempre la misma.

Por eso vemos más necesario que nunca organizarnos de espaldas a este sistema, dejar de confiar en la democracia y en toda la pantomima política y generar espacios de apoyo mutuo, alternativas reales y de base que hagan frente a estas situaciones y se encaminen a transformar la sociedad desde el arma colectiva más poderosa que tenemos:

la solidaridad revolucionaria.